viernes, 2 de julio de 2010

Puente de Isabel II


Continuando con el análisis que estamos haciendo sobre distintos núcleos de tráfico conflictivo, analizaremos ahora la zona del puente de Isabel II, más conocido popularmente como Puente de Triana; que vino a sustituir en el Siglo XIX a un viejo puente de barcas que existía para cruzar el Guadalquivir.

Éste va a ser un importante eje de comunicación, ya que enlaza el barrio de Triana con el resto de la ciudad. En la prolongación del extremo oeste del puente encontramos la Calle San Jacinto que atraviesa casi la totalidad del espesor del barrio. En el extremo opuesto del puente se sitúa la Avenida de los Reyes Católicos. Cogiendo esta avenida y las siguientes calles podemos llegar, prácticamente en línea recta, hasta La Campana. Es, por tanto, un nexo de unión entre el centro de la ciudad y el centro de un barrio con un gran peso en Sevilla.

Este eje transversal de la ciudad va a ser cortado por una vía circunvalatoria (Calle Arjona-Paseo Cristóbal Colón); creándose así un importante nudo de tráfico rodado.



Sin duda, el lugar que analizamos tiene una situación privilegiada dentro de la ciudad. Cerca del centro, al lado del río, cerca de un barrio tan carismático como Triana… ¿Y por qué este privilegio tiene que ser invadido por las ruedas, los pitidos y el asfalto? ¿Por qué no podemos las personas de a pie disfrutar de un entorno más agradable, en un sitio que tiene todos los requisitos iniciales para ello?

La respuesta, como siempre, es por el exceso. El exceso de prisas en una sociedad donde nos pasamos la mitad de la vida corriendo para estar la otra mitad esperando. El exceso de automóviles, donde no suele haber exceso de pasajeros. El exceso de lo que muchos entienden por “comodidad”, y que no es más que la posibilidad de que cada uno tenga un automóvil aparcado en la puerta (siempre de otra persona, porque en tú puerta estará otro coche) para poderlo coger cuando quiera. Creemos que así somos más libres y tendremos más tiempo. Lo único que tendremos es más tiempo esperando metidos en nuestro coche hasta que el semáforo se ponga en verde.

Este nexo, esta puerta de entrada hacia el centro de Sevilla debería ser agradable para “pasearla”, para “habitarla”, para “estarla”.

Si tuviéramos una buena red de transportes públicos y concienciáramos a la ciudadanía de que coger su vehículo para todo no es más cómodo ni mejor, podríamos disfrutar de una ciudad mucho más apacible, más agradable, más habitable.

Pensando en estos transportes públicos se nos ha ocurrido que, aparte de tranvías y autobuses eléctricos para enlazar los ejes transversales de la ciudad, para desplazarnos en el sentido norte-sur podríamos aprovecharnos del río. Podríamos recuperar una evolución del antiguo puente de barcas y crear un sistema de ferrys que nos permitiera movernos desde el barrio de San Jerónimo hasta el puente del 5º centenario con comodidad. Si esto llegara a funcionar descongestionaría la ronda que va paralela al río y que tiene un tráfico importante y haría que se pudieran vivir las orillas del Guadalquivir de otra manera.

Tendríamos así una línea verde rodeando la mitad del centro de Sevilla, que podríamos completar ajardinando las grandes vías de entrada al centro, como es el puente de Triana y su prolongación por la avenida de los Reyes Católicos. Crearíamos, de esta manera, una red de zonas y ejes ajardinados que nos haría disfrutar en mayor medida de la ciudad en la vivimos.